SynEntropya: Lo que no tiene nombre, Donde nadie me espere y las enfermedades mentales

Hay muchos que fijan su creencia en los espíritus y las fuerzas del más allá, fuerzas tanto buenas como malas. Y atribuyen a esas fuerzas la causa de casi todo, en especial las enfermedades mentales. Y hay otros que fijan su creencia en la medicina y las ciencias del cerebro, que hoy han derivado innovaciones como la Inteligencia Artificial. En ambos casos lo terrible de las enfermedades mentales es la vida de las personas, tanto de las que enferman, como de quienes están a su alrededor.

No importa si oramos con devoción a Dios o acudimos a charlatanas o charlatanes que pactan con ángeles, muertos o demonios o si acudimos a psiquiatras o psicólogos, buenos y malos (porque es el espectro de calidad en medicina es muy amplio). Nada de ese importa, pues el sufrimiento diario de la enfermedad mental asesina lentamente, es una muerte en vida. Sólo quienes han pasado por esta situaciones pueden comprender y su comprensión les permite evitar juicios apresurados y apoyar a quienes lo requieren...

Ese ha sido el caso de Piedad Bonnett con sus libros Lo que no tiene nombre y Donde nadie me espere, que logran ilustrar gran parte de lo que es importante en las enfermedades mentales, sin juzgar, sin caer en extremos, de forma natural y humana, accesible a cualquiera que esté en la búsqueda de respuestas o de ayuda.

Primero leí Donde nadie me espere, sin saber sobre qué trataba, guiado simplemente por el título, pensando que encontraría una historia similar a Para otros es el cielo. Y entonces no pude evitar leer Lo que no tiene nombre.

Como siempre, en redes sociales publiqué algunas cosas, algunos fragmentos aislados que no revelan todos los detalles de la historia y que aislados pueden interpretarse fuera del contexto del libro, según el contexto individual de cada quien. En Lo que no tiene nombre hay un par de imágenes y párrafos que dicen muchísimo, una de esas imágenes es la portada de una edición especial del libro.