Regresé de Plato el domingo 28 de julio, en la tarde. Un viaje de 14 horas, que volvería a hacer por tí, todas las veces que sea necesario...
Debía regresar a trabajar, aunque estos primeros días no hay mucho por hacer, al menos en mi condición de exiliado localmente...
Dejé de escribir en Plato, porque tenía compañía, buena compañía. Por primera vez en muchísimos años no me sentí sólo y fui feliz. Junto a ti encuentro muchas cosas que me había resignado a no tener. Gracias y Dios nos bendiga...
Hoy te estoy extrañando muchísimo y por eso escribo aquí. Volví a escuchar canciones de aquellos días a inicio de éste año, en que tímidamente comencé a invitarte a almorzar en mi casa...
En fin, tengo una mezcla de sentimientos y pensamientos que me inquietan. La soledad no es lo mío y tu presencia y tu cariño y tus ojitos lindos son lo más maravilloso que este año Dios me ha dado. Y quisiera poder construir contigo un futuro bonito, ojalá...
Dios, que éste mes sea lindo y se repita muchos meses y muchos años más...
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