lunes, 20 de enero de 2014

Recuerdos y Olvidos de Aquel Viejo Cuaderno I


"Más recuerdos tengo yo sólo que los que habrán tenido todos los hombres desde que el mundo es mundo", dice Borges en su cuento Funes el Memorioso (Borges 1944), quizá refiriéndose así mismo y ojalá para consuelo de muchos que nos aferramos al pasado, ejercitando la memoria, evadiendo el olvido. Quizá los recuerdos sean lo único seguro en la vida, pero la idea de la muerte nos lleva a pensar y, a veces, a creer que lo único seguro es el olvido, ese olvido "cruel e irrevocable" de la muerte, como lo dice Melquidades en el tercer capítulo de Cien años de soledad (GABO 1967), ese "olvido que seremos", como en el libro de Hector Abad Faciolince. Ante ese olvido sólo quedan los recuerdos y, bueno o malo, comienzo a creer que he vivido persiguiéndolos, a contracorriente de la cultura de un país que persigue el olvido. Por eso nació este blog, por eso esta cuarta entrada, para perseguir algunos recuerdos que con el paso del tiempo se alejan con mayor rapidez...

Aquel viejo cuaderno

Recuerdo con claridad que fué hace 25 años (1989) cuando mi mamá nos regaló a mi hermano mellizo y a mí un cuaderno de dibujo. En la portada del cuaderno se apreciaba, en la parte superior izquierda, la imagen de un indígena Apache y, en la parte superior derecha, un paisaje de mar, barco, palmeras y aves. En medio de los dos dibujos un título "CARIBE"  y un subtítulo indicando el uso que debería darse al cuaderno: "PARA DIBUJAR". El cuaderno era venezolano, como se puede inferir del aviso en la parte inferior derecha: "PVP Bs 325" (PVP = Precio de Venta al Público) . Busqué en Internet sobre ese cuaderno y, entre las muchas publicaciones, aparece un sitio que recopila recuerdos de la niñez venezolana (http://www.cuandoerachamo.com/cuaderno-caribe-para-dibujar-de-los-anos-70-y-80) con una versión más antigua del cuaderno. Mi hermano publicó algunos años atrás, en su perfil de la red social Facebook, la imagen de ese cuaderno, pues él aún lo conserva. Tomé prestada esa imagen de mi hermano y la pongo a continuación para que puedan verlo y, quizá, recordar.
Aquel viejo cuaderno
(Debo aclarar que no soy venezonalo, soy colombiano, pero, ¿importa acaso la nacionalidad?, ¿acaso hoy en día no somos ciudadanos digitales, de la gran aldea global?. Por ahora no pretendo responder estas preguntas, tampoco voy a explicar por qué la aclaración, por ahora el tema son los recuerdos.)

Yo jamás fui hábil en "artística", como se llamaba la asignatura que en esa época pretendía "enseñar" arte y que ayudaba a depertar o avivar el interés por el dibujo, la música, las danzas o el teatro. Me iba mejor con las letras y los números, aunque mi caligrafía era horrorosa, quizá por los mismos males de la artística. Mi hermano mellizo era todo lo contrario, ese viejo cuaderno que conserva está lleno de dibujos que él mismo llamó "mis primeros trazos" (pongo abajo una muestra).
Aún recuerdo las peleas de niño con mi hermano, yo pidiéndole ayuda con los dibujos y él con las tareas de matemáticas y de redacción. Pero la falta de habilidad en artística no era falta de sensibilidad, la cual desarrollé a través de la poesía, de la copla y la admiración por la música, las danzas y el teatro, así como una profunda admiración por el don creativo de dibujante que mantuvo mi hermano...
Un dibujo de aquel viejo cuaderno

Esta imagen corresponde a un fragmento de Platero y Yo, tomada de uno de los muchos libros a los que nos acostumbraron mantener a la mano...     

En mi caso aquel viejo cuaderno, que decía "PARA DIBUJAR", terminó lleno de transcripciones de frases, poemas, coplas y toda clase de textos que me interesaban, además de los textos que yo mismo escribía y los garabatos que suelo hacer y que aún no logro descifrar. De dibujos sólo recuerdo que hubo un caballo blanco que difícilmente calqué y un pájaro que le pedí a mi hermano dibujar y colorear. Los siguientes años aparecieron los libros con ejercicios de dibujo predefinidos, para colorear o completar con puntos y líneas, quizá se dieron cuenta que no es tarea fácil enfrentarse a un papel en blanco. Yo seguí intentando dibujar pero mis intereses ya estaban bien definidos, eran las letras y fluían mejor que los colores.

Con el tiempo mi cuaderno se perdió entre los muchos trastéos (mudanzas), así que tuve uno nuevo, que también se perdió. Luego tuve otro, que le presté a mi profesora de quinto primaria y jamás me devolvió. Esa fue una pérdida lamentable, pues la producción de rimas y cuentos de aquellos días estaba libre de cualquier juicio de mi parte sobre realidades de la vida que se ignoran en la niñez. Cuando ingresé al colegio tenía un par de cuadernos, uno ordenado y con buena caligrafía y otro con garabatos que sólo yo entendía y que, de vez en cuando, transcribía al primero. En segundo bachillerato mi profesor de Español y Literatura (Paulo Emilio Carrillo Suarez) me recomendó, para lo que llamaban "Feria de la Creatividad", presentar un libro con la recopilación de las coplas y poesías que tenía escritas. Lo hice y llegué a participar en el evento municipal, donde me dieron un diploma con mención de trabajo meritorio. Un par de años después comprendí que el diploma buscaba estimularme, lo cual, creo, consiguieron, pues "todavía soñamos, todavía esperamos". Pongo a continuación algunas fotografías que recuerdan mi primitiva e ingenua producción literaria y prometo próximamente publicar en una o varias entradas parte de su contenido...
Primera recopilación coplas y poesías 7 gradoPrimera recopilación, para feria municipal
 
Diploma Mención Meritoria Feria Creatividad

La experiencia de la "Feria de la Creatividad" y la casualidad de las clases de mecanografía en el colegio me llevaron a dejar los manuscritos y a comenzar a usar la máquina de escribir. Me encantaba el sonido de las teclas, del rodillo al cambiar de papel y del carro al iniciar una nueva línea, aunque creo que más me cautivaba el sonido de arrugar la hoja al equivocarme o disgutarme lo que escribía y desarrugarla para volver a comenzar. Pero, para fortuna o castigo, en el colegio era fundamental la calificación del cuaderno de apuntes, así que estuve obligado a mantener una caligrafía aceptable, por lo menos entendible, para lo cual siempre conservaba un cuaderno de manuscritos, una costumbre que mantuve incluso en la universidad, hasta un par de años después de comprar computador. A continuación una fotografía del último cuaderno y otras reliquias que conservo con la promesa de transcribirlas a este mundo virtual...
Aquel viejo cuaderno - portadaAquel viejo cuaderno - hojas en blanco y hoja seca
 
Viejos manuscritos de mi papá

En Internet se ha difundido bastante una imagen de ese histórico cuaderno, pero la mía aparece acompañada del calendario de este año para demostrar que aún lo conservo, así como también conservo cinco cuadernos manuscritos de mi papá, todos ellos llenos de recuerdos y de olvidos, mis entropías y sinergias, mi Synentropya...

2 comentarios:

  1. Y de recordar que las líneas de los cuadernos venezolanos son con distancias y márgenes, muchos mas distantes que las que poseen los cuadernos colombianos. Pero lo hermoso no es donde se escribe si no lo que se escribe. Ojala pueda seguir leyendo semanalmente tus publicaciones muy sentimentales y bonitas.

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  2. Excelentes apuntes Ing. Milton, la verdad los Recuerdos son fundamentales en el transcurrir de la vida del Ser Humano... especialmente los recuerdos de la niñez, esa etapa tan maravillosa de la vida del Ser Humano...

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