jueves, 21 de abril de 2022

La Autobiografía de Kalmanovitz: medio siglo de historia personal y nacional

Dentro de mis lecturas preferidas se encuentran las biografías (y autobiografías), que nos permiten conocer a la persona en medio de la sociedad y a la sociedad desde la perspectiva de la persona. Esa dicotomía eterna del individuo y la masa.

Guiado por esta afición, hace poco leí el libro Ejercicios de memoria, de Salomón Kalmanovitz, un destacado economista, quien fue coodirector del Banco de la República durante dos periodos consecutivos (de 1993 a 2005), profesor y decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional, Investigador del Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP) y del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) y profesor en la Universidad de los Andes y la Universidad Tadeo Lozano.

Kalmanovitz nació en el año 1943, a hoy cuenta con casi ochenta años, por lo que su autobiografía incorpora mucha de la sabiduría que se gana con los años, tanto en lo personal, como en lo que corresponde a la historia, presente y futuro de nuestro país. Pero, además, Kalmanovitz es hijo de inmigrantes judíos, perseguidos por la primera y segunda guerra mundial. De manera que su visión personal y del país es particularmente interesante.

El libro está organizado en quince (15) capítulos, el prólogo y el epílogo:


 

  1. La familia
  2. El país y la ciudad 
  3. Mis primeros años
  4. Mis colegios
  5. Mi hermana y yo
  6. Adolescencia
  7. En busca de mi vocación
  8. En la gran manzana
  9. El regreso
  10. En la Nacional
  11. La babel socialista
  12. Simón
  13. Por fuera de la política
  14. El Banco Central
  15. Hasta nuestros días

En alguna ocasión oí una charla del profesor L.Dee Fink, quien afirmaba que los libros de texto universitarios tenían más o menos quince (15) capítulos, por correspondencia con las semanas de clase de un semestre. Este libro de Kalmanovitz podría leerse en un semestre, capítulo a capítulo y discutirse, pues encierra lugares comunes a cada ser humano: la familia, el amor, la amistad, la sexualidad, la religión, la política, la educación, la salud, la vejez, los ires y venires de la vida y la muerte...

En muchas partes del libro hay referencias a términos en Yidish, un dialecto judío que mezcla el ruso, polaco, alemán y hebreo, que era parte de la cultura heredada de sus padres, quienes se salvaron del holocausto "shoa". Igualmente se mencionan varios apellidos de familias judías que encontraron en Colombia una segunda oportunidad y que han dejado huella en la historia del país.

En general me gustó mucho el libro y lo leí dos veces, subrayé y tomé nota de algunos textos que me llamaron al atención. Quiero reseñar en esta entrada algunos de esos texos:

"Tengo la idea de que la concentración requerida para aprendere la mecánica del hebreo, más la de los idiomas locales, contribuyó mucho a que los judíos desarrollaran sus capacidades intelectuales".

Comparto esa idea de cómo la complejidad a la que nos enfrentamos determina en gran medida nuestro desarrollo personal. A veces en lo personal, en los equipos y organizaciones se elude la complejidad y se opta por una línea base muy básica, casi mediocre, que impide crecer lo que la naturaleza y las circunstancias nos demandan.

"Entre los judíos era usual que los papás de la novia ofrecieran una dote, de acuerdo con su riqueza, para financiar la nueva vida en pareja. Era también una forma de defensa de la mujer, pues, en caso de ser maltratada, la familia podía reclamar la devolución de la dote. Mi mamá, huérfana, no tenía dote alguna y su única opción fue viajar a la lejana América a casarse con un pretendiente desconocido que asumiera los costos del viaje, generalmente negociado por una casamentera que acordaba los términos del arreglo (en yidish, del shiday). Resultó paradójico que se salvara del Holocausto por no tener una familia acomodada que ofreciera su dote".

Ese triste episodio de la humanidad durante la segunda guerra mundial se repite a diatio en Colombia y ese pasadoja de la suerte y la vida que relata Kalmanovitz lo viven a diario millones de personas.

"Tardé mucho en comenzara a hablar... Pensaba mucho antes de hablar cuando estaba con amigos y, cuando ya estaba listo para decir algo, la conversación habia avanzado hacia un nuevo tópico y me quedaba callado. A veces lograba armar una frase contundente, sarcástica, irónica, que lograba articular y ya en la adolescencia mis amigos me llamaban 'cicuta'. Ese impedimiento también de alguna manera me llevó a expresarme por escrito: era consciente  de que siempre me quedaban muchas cosas sin decir".

A lo largo del libro, Kalmanovitz cuenta muchas intimidades como estas, incluso algunas sobre su sexualidad y muchas otras sobre su pensamiento político. En este caso resulta interesante su autocrítica de una debilidad de comunicación oral que le permitió desarrollar su comunicación escrita.

"Lo que aprecio mucho de mis papás es que, a pesar de que ninguno estudió más allá de la primaria, creían en el poder de la educación y nos dieron todas las facilidades para ir a la universidad y hacer posgrados".

Algo que en Colombia aún no es posible, pues en muchas familias, aunque los padres quieran, no pueden. Luego escribiré sobre el libro La Quinta Puerta, que hace un estudio interesante sobre la educación y la economía.

"La UIS, y creo que todas las universidades del país en ese entonces, contaban con programas atiborrados de materias y además con un exceso de horas de clase, como si el conocimiento entrara por los oídos, gracias a un profesor que se pasaba dos horas exponiendo en el tablero o dando cantaleta. Si uno no entendía lo dicho por el profesor, estaba perdido y recurría a los compañeros más avezados, porque no había cultura de trabajo individual ni de aprendizaje autónomo. Eso lo digo para excusar mi fracaso en la carrera de Ingeniería".

Kalmanovitz inició estudios de Ingeniería Químina en la UIS, pero finalmente no era lo suyo y terminó en Estados Unidos un Bachellor en Liberal Arts y luego un Master in Arts en Economía. Esta anécdota sigue vigente en la educación de Colombia.

"La Revolución Cubana cambió radicalmente la política y la cultura de Colombia en los años setenta [del  siglo pasado]... El líder del movimiento en la UIS era un gran orador llamado Jaime Arenas. Yo lo admiraba mucho, pero sentí miedo de unirme al movimiento y lo contemplaba a la distancia...".

Kalmanovitz cuenta en su libro que se formó con ideas revolucionarias, inspirado en los textos y autores socialistas, comunistas y marxistas de la época: Mao Tse-Tung, Marx... Recordé la anécdota del libro El Olvido que seremos, donde Hector Abada cuenta que a su padre lo acusaban de comunista, aunque nunca  se había detenido a leer esos textos. Kalmanovitz cuenta en su libro varias anécdotas sobre sus inclinaciones revolucionarias y luego pasó a ser tildado de neoliberal cuando se dedicó a la tecnocracia.

"En Colombia la pedagogía se basaba en la repetición o en la mímica del profesor, mientras que allá [en Estados Unidos] era el desarrollo de las capacidades de leer, escribir y pensar rigurosamente..".

"Me sumergí en un sistema educativo que induce a los estudiantes a buscar sus vocaciones... Aprendí el método académico de argumentar racionalmente con pruebas,  con una escritura cuidadosa, con el reconocimiento de la literatura sobre el tema y con la modestia del que sabe que solo aporta marginalmente a ella. Se trata también de romper con las tradiciones parroquiales, religiosas y familiares...".

De nuevo la educación y la cultura. De nuevo el contraste entre Colombia y el resto del mundo. De nuevo comparto con Kalmanovitz su pensamiento, perspectiva y visión en estos aspecto.

"Las bibliografías de todos mis cursos eran muy extensas, pero en verdad la idea no era que las leyeran todas, sino que las exploraran y leyeran las que consideraran más interesantes y pertinentes. Les recomendaba subrayar y escribir comentarios en los márgenes...".

Me vi retratado en esta estrategia, salvo porque no solía rayar los libros. Ahora comienzo a hacerlo, la memoria ya empieza a fallarme y no es como antes, que podía recordar la página exacta de un fragmento, incluso muchos años después de haber leído.

"En la universidad pública los profesores tienen demasiado poder y no se les puede exigir calidad ni esfuerzo alguno...".

Sin palabras, salvo ajustar la oración para decir "algunos profesores". Ojalá las cosas cambien algún dia.

"...A pesar de las molestias, trabajé lo suficiente en Sussex para organizar el libro El desarrollo tardío del capitalismo, Crítica a la teoría de la dependendia (1983), que resultó demasiado complejo para el nivel del público colombiano y se vendió poco... Hace poco fue reeditado en la colección de clásicos de la Universidad de los Andes y lo releí con la sensación de no haberlo escrito".

Esa extraña situación de olvidar por completo algo y de no sentirse identificado con lo que uno mismo escribió hace muchos años... Y esa difícil situación de que algo sea tan complejo que nadie lo lee...

"En una entrevista, Antonio Navarro habló de Kalmanovitz el bueno, el que había escrito Economía y nación, que los animaba en su lucha revolucionaria, y Kalmanovitz el malo, banquero central que defendía el neoliberalismo...".

"Me han hecho críticas porque he cambiado de piel varias veces - ''el  camaleón Kalmanovitz' me llamaron las FARC...".

De su libro me interesó mucho esa dualidad, casi equilibrio o quizás esa transformación, desde la afinidada con la revolución hacia una afinidad moderada y progresista que comulga con el sistema. Con solo la biografía es difícil emitir un juicio, es necesario pasar a leer los textos antiguos y recientes de Kalmanovitz.

"...Le contesté que yo era más zorro que un erizo, siguiendo la fábula que analiza Isaiah Berlin: 'Muchas cosas sabe el zorro, pero el erizo sabe una sola y grande' ".

Busqué sobre ese autor y esa fábula y tengo pendiente leer en detalle. Pero me gustó mucho ese planteamiento y uno debería ser una mezcla de zorro y erizo.

Hay muchas otras ideas para destacar, pero quiero cerrar con las referencias que hace a la política de Colombia en los últimos veinte años:

Sobre Uribe dice:

"...En 2001 recibí una invitación para discutir el programa económico de un candidato bastante desconocido de nombre Alvaro Urive Vélez, exgobernador de Antioquia y exdirector de Aeronaútica Civil, que estuvo enredado en casos de avionetas con cocaína despegando de aeródromos colombianos... Leí el programa y escribí un par de páginas con críticas sobre su consistencia, advirtiendo sesgos populistas en el texto.
 
...Tuve la oportunidad de analizar su declaración de renta y encontré que subvaluaba sus propiedades considerablemente, que no las explotaba de manera eficiente y que pagaba una fracción de los impuestos que le correspondía por ley...
 
...Sentí desconfianza hacia él desde el principio, pero nunca imaginé el dechado de maldad que se ocultaba detrás de su afabilidad..."

Luego se refiere a Andres Felipe Árias y a Alberto Carrasquilla

"Ambos casos muestran que, cuando los tecnócratas se meten a la política, pueden salir muy perjudicados, si son ingenuos y precipitados, o lucrarse y salvarse, si son cínicos, de sangre fría y saben aprovechar sus poderosas influencias..."

Luego a Duque:

"...En 2017, Álvaro Uribe ungió como candidato presidencial a Iván Duque, un joven senador de su partido que no era un dechado de inteligencia ni de preparación pata el cargo, pero tenía buena presencia y aparentaba hablar con conocimiento de causa...
 
...Como Santos no lo promovió como ministro, porque era soso e inepto, lo que si había sucedido con varios de sus colegas del grupo, buscó otros horizontes como cargamaletas de Álvaro Uribe cuando este visitaba Washington..."

En general, comparto muchas de las ideas y anécdotas de Kalmanovitz, guardando las proporciones para las anédotas. Volveré de vez en cuando a releer algunas ideas, en especial las que dejo en esta entrada...


 

 

 



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