miércoles, 7 de febrero de 2018

¿Qué nombre le ponemos? ¡ Materilerileró !

"...el mundo era tan reciente que muchas cosas carecían  de nombre y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo..." Cien Años de Soledad, Gabriel García Marquez
Darle nombre a algo (alguien) no es una tarea sencilla. Hacerlo es jugar a crear el lenguaje, a regresarse en el tiempo a una época desconocida y sin historia, de la que sólo hay teorías fundamentadas en hipótesis difíciles o imposibles de comprobar. Desde la escuela se aprende la onomatopeya como un mecanismo de creación de palabras, que replica o imita sonidos de la naturaleza. Un ejemplo es el croar de la rana, que se supone hace "croa croa croa". Y hay muchos otros mecanismos, por ejemplo: (i) los neologismos, muestra de la colonización cultural de un país en otro, (ii) la composición, al unir dos palabras, como abrelatas y (iii) las siglas y acrónimos como TIC para Tecnologías de Información y Comunicación. Los juegos de palabras suelen ser un mecanismo común en algunos grupos con similitudes culturales, como fantabuloso y fabulantastico de quienes aman la serie animada Los Simpson. En mis blog, por ejemplo, uso juegos de palabras como PazTICficando, ConTICtualizando y SynEntropya.

Esa tarea de crear un nombre para las cosas (o personas) es muy común y necesaria y es una tarea creativa, es una oportunidad para dar rienda suelta a la imaginación, para innovar y por eso es algo difícil. Son muchos los contextos que demandan crear nombres: (i) cuando una familia espera un hijo, (ii) en las empresas, cuando se crea una empresa o un nuevo producto o servicio y (iii) el caso particular de nuevas plataformas de TIC, software, sistemas de información, por ejemplo SIG (Sistema de Información Geográfico, también Gerencial o hasta Ganado). Éste mecanismo de siglas y acrónimos suele ser muy común, por ejemplo los sistemas de información del Estado Colombiano: SPADIES (Sistema de Prevención y Análisis de la Deserción en las Instituciones de Educación Superior), SNIES (Sistema Nacional de Información de la Educación Superior), SACES (Sistema de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior), RUNT (Registro Único de Transporte) y SIGEP (Sistema de Información para la Gestión del Empleo Público).

La sigla se vuelve popular, se vuelve el nombre, es una nueva palabra. Tan importante es la sigla que una estrategia común es cambiarla, como sucedió con la CNTV (Comisión Nacional de Televisión) que ahora se llama ANTV (Autoridad Nacional de Televisión) o eliminarla como el DAS (Departamento Administrativo de Seguridad), que desaparecio pero quedó en un vallenato popular y en la memoria histórica de la guerra en Colombia. Y es que el nombre resulta ser algo muy importante, algo trascendental: el nombre de Dios en la Biblia y las religiones, el cuento Los nueve mil millones de nombres de Dios, de Arthur C. Clarke, el cuento  Mi nombre comienza por S, de Isaac Asimov o la compleja idea que se plantea en Frankenstein.

Escribo ésta entrada porque, en un proyecto nuevo en el que estoy trabajando, me surgió la idea o necesidad de darle nombre al producto final, darle identidad. Aunque lo común es que los nombres se den al final, cuando el proyecto está terminado, como el título de un artículo o un libro o el nombre de un producto, en éste caso el producto es algo muy comun y lo que se quiere es una palabra para marcar diferencia, para generar impacto. La diferencia suele ser la ventaja competitiva, la clave del exito. Entonces comencé a buscar sobre marcas (naming and brand), estrategias, técnicas, y metodologías, etc. Y buscando y leyendo recordé un juego de la niñez: ¿Qué nombre le ponemos? ¡ Materilerileró ! Y ese recuerdo trajo la Entropya, pues me desvié a buscar historiadores, lingüistas o antropólogos o sociólogos que hubiesen escrito sobre ese tradicional juego y sobre otros. Y buscando con paciencia pude encontrar un interesante documento del año 1966 en el Instituto Caro y Cuervo, titulado Algunos Juegos de Niños en Colombia, de María Luisa Rodríguez de Montes, una gran investigadora de nuestra historia lingüística, una maravilla, SynEntropya...



Fragmento páginas 24 y 25 del documento citado previamente




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Libertad de expresión pero con identificación. Díme quién éres y comenta este blog...