Ayer 25 de mayo sólo el 40,07% de los colombianos habilitados para votar salieron a ejercer su derecho, de estos el 6% lo hizo en blanco y el 70% votó por mantener el régimen tradicional, más de un siglo de bipartidismo. En la mayoría de los casos, esta conducta estuvo determinada por la falta de reflexión sobre la historia del país. Los colombianos no se detuvieron a pensar en más de un siglo de violencia causada por la desigualdad, simple consecuencia de la mucha entropía y poca sinergia política. Muchos ni siquiera consideraron el pasado reciente, la "ola verde" de hace cuatro años, cuando muchos tuvimos la esperanza de un nuevo país, una nueva forma de gobernar, una nueva política, más transparente, libre de malas prácticas y antivalores con los que mantienen, alternan y heredan su poder los poderosos, en todos los contextos.
Ayer los colombianos ignoraron los escándalos recientes de falsas o veraces denuncias sin pruebas, sobre un presidente candidato saldando deudas de su anterior campaña con dineros de narcotraficantes y paramilitares (al estilo de los años 90 con Samper y Pastrana y el proceso 8000). Se ignoraron los escándalos de violación a la seguridad nacional y a la intimidad y dignidad de las personas y las instituciones, nuevamente con "chuzadas" o espionaje digital y con abuso de los medios de comunicación y las redes sociales, para desinformar a las personas y guiar una conducta electoral a conveniencia de los candidatos y no de las necesidades del pueblo (al estilo de los ocho años negros de principio de siglo con Uribe).
¿Perdió o ganó?, me preguntan. ¡Seguro perdió!, me dicen, ¡usted votó en blanco o perdió con Peñaloza!. Pero resulta que lo importante no es perder o ganar. Las elecciones no pueden verse como una competencia por el poder, pues así se maneja el país desde que es país. Si realmente queremos una sociedad democrática, sostenible e incluyente, la política debe cambiar su perspectiva y convertirse en el arte de usar el poder para servir, no para servirse.
Lo que suceda después de hoy y hasta el 15 de julio, en la segunda vuelta de elecciones presidenciales, y el futuro de Colombia después del 7 de agosto de 2014, es responsabilidad de todos los colombianos, de aquellos que no votaron y de quienes votaron por la continuidad de un sistema político que seguramente no conocen ni se han preocupado por conocer. Yo también seré culpable si no hago algo. Por ahora, lo mínimo que puedo hacer es tratar de resumir la realidad histórica de nuestro sistema político y analizar a la luz de esa historia los resultados electorales de ayer, confiando que algunos lean, piensen y decidan su conducta electoral de una manera más racional.
El color azul claro, de la época en que gobernó Alvaro Uribe Vélez debería ser azul, como el color del partido conservador. El color naranja, del actual periodo de Juan Manuel Santos debería, ser rojo, como el color del partido liberal. En realidad ese cambio de color es sólo una señal de la entropía del sistema político, caracterizada porque los partidos tradicionales han mutado en sus ideas y sus prácticas, auque sin alejarse mucho de la historia. Quizá conviene ser justos y decir que al interior de la élite política la sinergia ha sido suficiente para mantenerlos en el poder. Aunque el azul sea claro y el rojo se torne naranja, Colombia sigue siendo gobernado por dos clases políticas de antaño. El poder sigue siendo un objeto de competencia entre dos grupos que lo aprovechan para su beneficio, en especial para perpetuar ese poder, en lugar de servir a un pueblo cuya único acto de rebelión sigue siendo no votar. Pero quizá esa abstención dejó de ser una muestra de rechazo a ese modelo político y se volvió una mera costumbre que se sigue sin esperanza, pues está visto que ayer se repitió la historia, como si no tuvieramos memoria.
Con el bipartidismo y sus disidencias como principal característica del sistema político de nuestro país, la siguiente gráfica resume los resultados de elecciones presidenciales desde 1982 hasta este año. Se pueden observar en rojo y azul los porcentajes obtenidos por los partidos tradicionales y en naranja y morado sus disidencias. Así mismo, la izquierda colombiana en amarillo y en verde los partidos de centro, independientes o que han intentado alejarse del modelo clásico pero que no han logrado un protagonismo real, salvo por ejercer un control político y una oposición permanente. Es muy claro el dominio bipartidista y, en aras de justicia y transparencia, los altos porcentajes de Uribe hay que atribuirlos, en su mayoría, al apoyo del partido conservador, por lo que el bipartidismo es una constante.
Si se suman los porcentajes de los partidos tradicionales y sus disidencias, se obtiene la siguiente gráfica, a la que se agrega el voto en blanco, el cual, aunque muchos no lo consideren, es un protagonista importante este año. Esta gráfica, además de resaltar la tesis de un país bipartidista, en el que aún no ha tenido cabida una tercera alternativa, salvo los intentos del Polo y la Ola Verde, muestra con mucha claridad lo que puede suceder en la segunda vuelta este 15 de junio, el fracaso de los liberales y la retoma de las banderas por parte de la extrema derecha colombiana.
Entonces, el Polo y los Verdes cobran importancia. Deben decidir si mantienen su propuesta ideológica de cambiar la política tradicional o se suman a la maquinaria liberal, por el miedo de permitir el regreso al poder del régimen Uribista, caracterizado por las desapariciones y asesinatos extrajudiciales, mal llamados falsos positivos, los escándalos del chuzadas del DAS y una larga lista de hechos de corrupción muy graves, además de un afán guerrerista en el que todos perdemos.
El 6% del voto en blanco no es suceptible de acaparar, no están agremiados en un partido, no se les puede pagar transporte para llevarlos al puesto de votación ni brindarles un refresco y una empanada, que son algunas de las tradiciones de la maquinaria. El Polo y los Verdes podrían promover el voto en blanco en segunda vuelta y, quizá, dar una sospresa con un 20% de rechazo al bipartidismo tradicional, representante de la corrupción y la violencia. Como lo muestra la siguiente gráfica, el voto en blanco, aunque reducido, es muy importante este año, si se compara con las elecciones anteriores, desde 1982.
Sin embargo, el analfabetismo político de los colombianos vaticina que el voto en blanco será cambiado por más abstención, que demuestra el fracaso de la política en nuestro país. Tal como puede apreciarse en la siguiente gráfica, desde 1982 la constante es una abstención que no baja del 60%, es decir, habitamos un país donde la política es tan asquerosa, que ni merece salir a votar, pues además de los mitos que existen sobre el voto en blanco, resulta más provechoso quedarse en la casa o salir de paseo, al final votar no cambia nada, la historia muestra un mapa azul y rojo o azul claro y naranja, los colores de aquellos que se sirven del poder y acaban con el amarillo riqueza (parafraseando a Regina11).
Ayer los colombianos ignoraron los escándalos recientes de falsas o veraces denuncias sin pruebas, sobre un presidente candidato saldando deudas de su anterior campaña con dineros de narcotraficantes y paramilitares (al estilo de los años 90 con Samper y Pastrana y el proceso 8000). Se ignoraron los escándalos de violación a la seguridad nacional y a la intimidad y dignidad de las personas y las instituciones, nuevamente con "chuzadas" o espionaje digital y con abuso de los medios de comunicación y las redes sociales, para desinformar a las personas y guiar una conducta electoral a conveniencia de los candidatos y no de las necesidades del pueblo (al estilo de los ocho años negros de principio de siglo con Uribe).
¿Perdió o ganó?, me preguntan. ¡Seguro perdió!, me dicen, ¡usted votó en blanco o perdió con Peñaloza!. Pero resulta que lo importante no es perder o ganar. Las elecciones no pueden verse como una competencia por el poder, pues así se maneja el país desde que es país. Si realmente queremos una sociedad democrática, sostenible e incluyente, la política debe cambiar su perspectiva y convertirse en el arte de usar el poder para servir, no para servirse.
Lo que suceda después de hoy y hasta el 15 de julio, en la segunda vuelta de elecciones presidenciales, y el futuro de Colombia después del 7 de agosto de 2014, es responsabilidad de todos los colombianos, de aquellos que no votaron y de quienes votaron por la continuidad de un sistema político que seguramente no conocen ni se han preocupado por conocer. Yo también seré culpable si no hago algo. Por ahora, lo mínimo que puedo hacer es tratar de resumir la realidad histórica de nuestro sistema político y analizar a la luz de esa historia los resultados electorales de ayer, confiando que algunos lean, piensen y decidan su conducta electoral de una manera más racional.
La Historia Política del Ejecutivo en Colombia
La siguiente sencilla línea del tiempo resume lo que ha sido la presidencia de Colombia desde el año 1900 hasta hoy. Omito la historia del siglo XIX y sus antecedentes y confío en que hace parte de esa remota cultura general que se aprende (¿o se aprendía?) en la escuela.Línea del tiempo: Distribución del Poder Ejecutivo (Presidencia) en Colombia desde 1900 (fuente: elaboración propia) |
El color azul claro, de la época en que gobernó Alvaro Uribe Vélez debería ser azul, como el color del partido conservador. El color naranja, del actual periodo de Juan Manuel Santos debería, ser rojo, como el color del partido liberal. En realidad ese cambio de color es sólo una señal de la entropía del sistema político, caracterizada porque los partidos tradicionales han mutado en sus ideas y sus prácticas, auque sin alejarse mucho de la historia. Quizá conviene ser justos y decir que al interior de la élite política la sinergia ha sido suficiente para mantenerlos en el poder. Aunque el azul sea claro y el rojo se torne naranja, Colombia sigue siendo gobernado por dos clases políticas de antaño. El poder sigue siendo un objeto de competencia entre dos grupos que lo aprovechan para su beneficio, en especial para perpetuar ese poder, en lugar de servir a un pueblo cuya único acto de rebelión sigue siendo no votar. Pero quizá esa abstención dejó de ser una muestra de rechazo a ese modelo político y se volvió una mera costumbre que se sigue sin esperanza, pues está visto que ayer se repitió la historia, como si no tuvieramos memoria.
Los resultados electorales de ayer y la Historia
Para nadie es un secreto que Alvaro Uribe Velez es un digno representante de la extrema derecha, del ala más radical del conservatismo colombiano. Así mismo, tampoco es una novedad que Juan Manuel Santos es liberal y que su partido, al igual que el partido de su candidato a vicepresidente, Germán Vargas Lleras, son disidencias del liberalismo, pero en esencia su ideología es roja, como lo fue la del martir Luis Carlos Galán. A través de la historia, la política colombiana ha sido bipartidista y lo sigue siendo. Aunque en algunas ocasiones hay disidentes que montan toldo a parte, al final, cuando se requiere de las maquinarias, se terminan uniendo, como ocurrió este año con los partidos Liberal, Cambio Radical y Unidad Nacional y como se teme que suceda con lo partidos Conservador y Centro Democrático Uribista.Con el bipartidismo y sus disidencias como principal característica del sistema político de nuestro país, la siguiente gráfica resume los resultados de elecciones presidenciales desde 1982 hasta este año. Se pueden observar en rojo y azul los porcentajes obtenidos por los partidos tradicionales y en naranja y morado sus disidencias. Así mismo, la izquierda colombiana en amarillo y en verde los partidos de centro, independientes o que han intentado alejarse del modelo clásico pero que no han logrado un protagonismo real, salvo por ejercer un control político y una oposición permanente. Es muy claro el dominio bipartidista y, en aras de justicia y transparencia, los altos porcentajes de Uribe hay que atribuirlos, en su mayoría, al apoyo del partido conservador, por lo que el bipartidismo es una constante.
Resultados elecciones presidenciales desde 1982 hasta 2014 - Partidos tradicionales y disidentes (fuente elaboración propia) |
Si se suman los porcentajes de los partidos tradicionales y sus disidencias, se obtiene la siguiente gráfica, a la que se agrega el voto en blanco, el cual, aunque muchos no lo consideren, es un protagonista importante este año. Esta gráfica, además de resaltar la tesis de un país bipartidista, en el que aún no ha tenido cabida una tercera alternativa, salvo los intentos del Polo y la Ola Verde, muestra con mucha claridad lo que puede suceder en la segunda vuelta este 15 de junio, el fracaso de los liberales y la retoma de las banderas por parte de la extrema derecha colombiana.
Resultados elecciones presidenciales desde 1982 hasta 2014 - Partidos tradicionales (fuente elaboración propia) |
El 6% del voto en blanco no es suceptible de acaparar, no están agremiados en un partido, no se les puede pagar transporte para llevarlos al puesto de votación ni brindarles un refresco y una empanada, que son algunas de las tradiciones de la maquinaria. El Polo y los Verdes podrían promover el voto en blanco en segunda vuelta y, quizá, dar una sospresa con un 20% de rechazo al bipartidismo tradicional, representante de la corrupción y la violencia. Como lo muestra la siguiente gráfica, el voto en blanco, aunque reducido, es muy importante este año, si se compara con las elecciones anteriores, desde 1982.
Comportamiento Voto en Blanco en Elecciones Presidenciales desde 1982 hasta 2014 (fuente elaboración propia) |
Comportamiento Abstención en Elecciones Presidenciales desde 1982 hasta 2014 (fuente elaboración propia) |
Si yo fuera dirigente del Polo o de los Verdes
¿Qué hacemos? deben estarse preguntando los dirigentes del Polo y de la Alianza Verde Progresistas, salvo los disidentes Petristas. Yo propongo una alianza por la paz y contra la corrupción. Hay que decirle a los liberales, representados por el candidato presidente, que públicamente, ante los medios, firmen y anuncien de palabra un compromiso contra la corrupción, sanear el estado de la mermelada, si no cumplen el compromiso, renuncian. El Polo y los Verdes, con ese compromiso, dan el respaldo al proceso de paz y salvan el país de la extrema derecha, pero no aceptan mermelada a cambio, sería una alianza contra la maquinaria tradicional, un intento por creer que los partidos de antaño pueden cambiar y comenzar una nueva política, un nuevo país. Pero eso quizá es una utopía, un sueño, como un taller para reparar alas de colibríes...Notas al Margen
Las gráficas fueron elaboradas con datos disponibles en Wikipedia, algunos validados con datos de la Registraduría Nacional en este link. Es una lástima que, pese a tanta inversión en TIC, la información pública siga siendo tan pobre y mucho más pobre la manera de presentarla y lo difícil que resulta obtenerla. De estas gráficas y de los datos subyacentes, hay mucho más para estudiar, qué interesante hubiesen sido las clases de estadística en el pregrado contextualizadas a la historia política del país. Por ahora, sirven como prueba irrefutable de un país costumbrista bipartidista.
¿Cuál va a ser mi voto el 15 de Junio? Si no hay un acuerdo fundamental entre los partidos Polo, Alainza Verde-Progresista, Cambio Radical, Unidad Nacional y Liberal, por la paz y contra la corrupción, voy a votar en blanco e invito a salir a votar en blanco, para gritarle a los políticos que necesitamos un cambio. A diario veo el desorden en el Estado, el mal gasto de los recursos, la desidia e insensatez de funcionaros públicos que no hacen, no permiten que se haga y sólo persiguen mantener e incrementar su poder, pero jamás sirven al país, aunque digan lo contrario.
¿Qué hace si gana Zuluaga? Seguiré siendo subversivo... de ideas.
¿Qué es eso de sinergia y entropía, synentropya? Taras que le quedan a uno de tanto leer y estudiar la teoría de los sistemas, taras interesantes...