jueves, 25 de marzo de 2021

Happycracia

Un amigo me prestó* el libro Happycracia, de Edgar Cabanas y Eva Illouz, doctores en psicología y sociología.


Este libro me reforzó muchas ideas, visiones, posturas (digamos filosóficas) al punto de comenzar a pensar en un posible sesgo de confirmación. Pero después de una segunda lectura y de profundizar en las referencias del libro, estoy convencido de que vivimos en la era de la Happycracia: la felicidad se ha convertido en un instrumento del mercado y en el mecanismo político ideal. Y de seguir así, creo que no hay futuro para la humanidad.

No voy a reseñar el libro. Solo quiero destacar tres ideas que me parecen muy interesantes y que son parte de mi postura filosófica actual:

El cientificismo

Actualmente hay una tendencia mundial que usa la ciencia como menanismo de poder, como justificación de las decisiones y acciones que toman los poderosos. No es algo nuevo pero en la actualidad tiene máś fuerza que nunca. Básicamente se manipula la ciencia para satisfacer intereses particulares, incluso con el apoyo de personas del mundo académico.

En Happycracia se ilustra muy bien la creación de una disciplina, una infraestructura académica, una ciencia, la ciencia de la felicidad. Algo similar podría argumentarse en la tecnología, la salud y el medio ambiente, pues hay intereses económicos y  políticos, hay poderosos que buscan mostrar como científico todo lo que hacen y planean hacer. Justo antier escuché una charla titulada Conflicto de interés en la academia: la captura corporativa del conocimiento.

Mario Bunge ya había mencionado en varias ocasiones eso del cientificismo. Un error cientificista muy común es confundir la ciencia con la ingeniería, por ejemplo. Pues una cosa es intentar responder preguntas y obtener la verdad sobre el universo y otra cosa muy diferente es cambiar ese universo y dominarlo (casi siempre con fines económicos y políticos)...

Regresando a Happycracia, ahora científicamente nacemos para ser felices según la norma del mercado y si no lo conseguimos es nuestra culpa. Ya no hay problemas estructurales ni responsabilidad de los gobiernos, simplemente cada uno es responsable de lograr su felicidad... El nuevo mercado, la nueva política, la nueva religión, la nueva filosofía consisten en que cada individuo debe mantenerse en la búsqueda de su felicidad, como en la película, la cual usa el libro en su introducción. El resto de la humanidad no importa, yo debo ser feliz y la especie que se acabe...

Una filosofía invididualista que sepulta la especie

Dentro de las muchas citas del libro aparece una entrevista a Margaret Thatcher, que bien podría considerarse un punto de quiebre entre la visión colectiva de la humanidad y la visión neoliberal individualista que reina por estos tiempos:



Es innegable que nadie piensa en los demás y todos piensan únicamente en sí mismos. El altruismo ya no existe y hay quienes se burlan de los idealistas que trabajan por un futuro que no podrán ver, si es que esos idealistas existen...  En la pandemia eso se ha visto de cerca todos los días. Y en Colombia lo escuchamos por radio cada segundo y lo vemos a diario en medios e Internet: la guerra por la paz, el afán de poder y tener, individualismo y sectarismo, pero nada de visión de país, nada de trabajo colectivo y colaborativo. Eso de colectivo y colaborativo les huele (científicamente crearon ese olor) a comunismo, a castrochavismo...

El calentamiento global, la extinción de muchas especies, los problemas de salud física y mental derivados del mismo modelo de mercado que nos rige, la misma pandemia... todo es consecuencia de una visión individualista que condena a la especie a su extinción. Los más visionarios como Elon Musk y Bill Gates planean que salgamos de la tierra a buscar vida en otros planetas, como plan B si fracasamos en el intento tardío por cambiar... en realidad caminamos a un mundo cada vez más desigual y probablemente al fin de la especie.

No me canso de parafrasear a Brigitte Baptiste, quien en una charla dijo algo sobre "la nostalgia por el pasado"  y cómo esa nostalgia nos impide cambiar. Y si no cambiamos por los demás, todos desapareceremos. Y como la consigna de la happycracia es el individualismo, pues busquemos la felicidad individual y el resto de las personas que sufran su infelicidad... por negarse a seguir la norma del sistema...

Un mercado de la felicidad que manipula y daña

Las redes sociales nos permiten ver en vivo y en directo lo que es la Happycracia. Fotos y videos mostrando que son felices porque compran, porque viajan, porque tienen, porque generan tendencia... El BigData y la Inteligencia Artificial al servicio del mercado y la política para manipular. Aquel que se queja y se atreve a cuestionar o criticar es un pobre infeliz, tóxico y resentido que no sabe vivir la vida ni buscar la felicidad. Importa el yo. Y ese yo sigue la tendencia del mercado. Seguir el mercado es ser feliz. Hago lo que yo quiero, lo que a mi parece, porque ser feliz es eso, ser yo sin importar el impacto en los demás, pues el mercado es así, unos ganan y otros pierden... así es la evolución de Darwin, los que son felices según la happycracia son los que evolucionan y los demás que se extingan...

Resulta muy curioso que la Happycracia surge del cientificismo y luego la ciencia se estigmatiza porque pone en evidencia la contradicción. Si la ciencia cuestiona la happycracia, la ciencia está equivocada y el científico debe buscar un coach y apoyo sicológico, pues cuestionar es malo, pensar es malo, dudar es malo, estar en desacuerdo con el sistema es malo... lo bueno es ser feliz, porque eso dice el mercado...

Y lo peor es que en la educación pasa algo muy similar. La educación camina hacia el modelo de mercado. Los profesores siguen el modelo de indicadores que impone el mercado. Mientras tanto el mercado crea su propio negocio educativo que no incluye ni a los profesores ni a la Universidad... Entonces la educación debe cambiar. Si bien hay cosas del mercado que no podemos evitar y desde la educación debemos alínearnos, el fin de la educación es cambiar esa tendencia cientificista, individualista y utilitarista... Algo parecido a esto aparece en una serie de videos producidos en Chile que plantean la tesis de una época nihilista para la Universidad.

En fin, solo quería liberar un poco el cerebro (para ser feliz) y dejar aquí algunas ideas de las muchas que se derivan de este libro...

Hay dos videos en  Youtube donde el autor habla sobre el libro. Los dejo aquí para quienes prefieren ver y oir o aquellos que quieren fuentes adicionales...

 
 
*Recomiendo comprar el libro. A mi me lo prestaron digital, pero yo promuevo el respeto por los derechos de autor y el movimiento de acceso abierto. Gracias a mi amigo por prestarme el libro.
 


martes, 9 de marzo de 2021

"Prestamos por señas" : Un cuento viejo sobre la Confianza

El pasado sábado dije en una charla que un reto como profesores es generar confianza en el contexto de las TIC y la educación, lo cual es una tarea difícil. Cuando lo dije recordé este libro en el que leí sobre la confianza en el año 2018: ¿Cómo mejorar a Colombia? - 25 ideas para reparar el futuro, editado por el profesor Mauricio García Villegas. Yo supongo que muchas de las cosas que dije en la charla generaron confianza y uno de los organizadores tuvo la gentileza de replicar una entrada de uno de mis blog en  el Blog de la Cátedra UNESCO de Educación a Distancia (CUED) de la UNED (España).

Ayer y hoy estuve pensando nuevamente en eso de la confianza y recordé un cuento que leí muy niño (recién aprendí a leer) en una de  las revistas que heredé de mi papá, donde le publicaban sus versos (la revista es del año 1982). El cuento se titula "Prestamos por Señas" y no hay registro del autor. Inicialmente creí que era una de las crónicas del libro de Honorio Mora Sanchez, pero verifiqué y no lo es. Hoy no pude apagar el computador y busqué la revista, volví a leer el cuento, lo escaneé, lo transcribí y me dispuse a escribir estos párrafos.

Dejo a continuacion la versión escaneada y al final la transcripción. Y cierro diciendo que en esta entrada, curiosamente, se unen todos los blog que tengo (revisen los link)... Eso de la confianza tiene que ser algo clave para cambiar este mundo, eso que llamo SynEntropya...

Página 1 del cuento

Página 2 del cuento

Presentación de la Revista donde aparece el cuento


Prestamos por señas

(Revista Presencia Número 2 año 1982)

Muchos recuerdan y añoran la Chinácota de hace 40 o más años, cuando estaba en ciernes la geneneración de los que ahora son afamados profesionales, ejecutivos de éxito o prósperos comerciantes o industriales. “Piernipeludos” o volantones eran en aquella época los Villamizar Suárez, los Carrero, los Cáceres, los Leyva, los Torres Durán, los Seade, los Camargo, los Lara… y cuántos más.

Chinácota era entonces más pequeña, más aldea… pero más amable, más íntima, más cálida. Es por eso que lo que ocurría al abrigo de cuatro paredes, nimio y sin consecuencias, tomaba características de suceso desproporcionado, digno de comentarios y acomodos en muchas leguas a la redonda.

Sucedió en aquellos tiempos la anécdota que a continuación, a unos les cuento y a otros les recuerdo. Frente al parque, junto a la esquina de lo que hoy es la “Abeja de Oro”, tenía su local de compra de café don José Seade. Más abajo, donde actualmente se halla el “Cine Iscalá”, estaba “La Cosmopolita”, inmenso establecimiento comercial de don Manuel Waldo Carrero, atendido por una legión de empleados que lo mismo despachaban un litro de Brandy, una libra de alabre, un corte de soda importada, un frasco de curatina o herramientas de trabajo. Don Manuel Waldo, frente a la Caja Registradora, supervisaba la labor comercial y la clientela.

Al negocio de don José Seade llegó una mañana cierto hombre con aire de afán y le dijo: Don José, que le facilite urgentes cien pesos. Como don José lo miró con cierta desconfianza, el hombre se apresuró a decir: Como prueba de que es verdad lo que digo, asómese a la puerta que don Manuel Waldo le va a hacer la seña de que se los mande.

Por no dañar el compadrazgo y la armonía comercial que existía entre los dos patricios, don José le dio al hombre los cien pesos y salió a la puerta, aunque se demoró un poco mientras terminaba de despachara a un cliente.

El hombre llegó luego jadeante a “La Cosmopolita” y le dijo a don Manuel Waldo: que don José Seade que le mande cien pesos; los necesita urgente para completar lo de una compra de café. Y puede salir a la puerta que arriba está don José para hacerle la seña.

Casi al mismo tiempo salieron a la puerta don Manuel Waldo y don José y se hicieron la seña (lo que era usual entre ellos) que confirmaba el préstamo de los cien pesos.

Sobra decir que el diligente mandadero nadie lo conocía y nadie lo volvió a ver y que cien pesos en aquellos tiempos eran una apreciable suma.

miércoles, 3 de marzo de 2021

Sobre el libro ¡Aquí no hacemos las cosas así!

El año pasado, mientras esperaba en la fila de un supermercado para pagar, estuve hojeando un libro titulado !Aquí no hacemos las cosas así¡ de John Kooter y Holger Rathgeber. Leí las dos primeras páginas y decidí comprarlo. Al llegar a casa lo leí sin detenerme. Hay varias cosas interesantes sobre es libro que me gustaría escribir:

Me gustaron mucho las ilustraciones del libro, el cual usa las comunidades de suricatas como metáfora para hablar sobre el liderazgo y la gestión de las organizaciones en el contexto actual de cambios acelerados, profundos, permanentes y a veces abruptos.

 


Como lo muestra la imagen anterior, ante el cambio siempre existirá rechazo, miedo, disgusto, indiferencia, inconformidad, etcétera. Es el dilema eterno entre el statu quo y lo nuevo, que no debería generar peleas sino debate, acuerdos, compromisos y acciones.

La posibilidad de dar ese debate y de reconocer y permitir los cambios depende mucho de la estructura de las organizaciones, de su cultura y en general, de la política, del ejercicio del poder. El libro muestra dos comunidades de suricatas, cada una con modelos diferentes: La primera rígida y conservadora, orientada a la gestión, las jerarquías, los procedimientos y, en general, la burocracia, con muy poco espacio para el cambio y la evolución.

 La segunda más flexible y liberal, orientada al liderazgo, la comunicación, el trabajo en equipo, con más libertades para proponer, cambiar y evolucionar, aunque no del todo. Al fin de cuentas la primera ley de Newton sigue vigente para casi todo en la tierra y la inercia es el  estado natural de las cosas.


Me gustó mucho la trama del libro, que pone en la vida de las suricatas ese escenario que muchos hemos vivido cuando nos dicen !Aquí no hacemos las cosas así¡ o !Aquí siempre hemos hecho las cosas así¡  Además, deja clara la importancia tanto de la disciplina burocrática como de la libertad del liderazgo. La necesidad de mecanismos rigurosos como los organigramas y los procedimientos, así como mecanismos flexibles para deliberar, como los comités.

En el libro, aquellas suricatas que insistían en el cambio tuvieron que salir de su comunidad y enseñar y aprender sobre el cambio por fuera, para luego regresar y convencer a su comunidad, aunque no estan fácil como parece. Al final, la conclusión era evidente desde el principio. Siempre se requiere un equilibrio, una visión más holística o sistémica, se requiere la sinergia entre diferentes visiones, modelos o posiciones (y oposiciones). Y hay que recordar que la sinergia va mucho más allá de juntar o sumar las partes.

 


Hay una frase a mitad del libro que resume mucho el aprendizaje de las suricatas que salieron de su comunidad y de lo que es el libro en sí mismo:

"...Sobre el ejercicio del poder desde cualquier posición, sobre la pasión, la visión, el voluntariado y la creatividad... Sobre cómo es posible afrontar desafíos completamente nuevos y desconocidos con una rapidez asombrosa..."
Lograr los cambios tiene mucha relación con el ejercicio del poder, con la visión y pasión de las personas, en todos los ámbitos, contextos y niveles. La pasión es quizás algo muy importante para el cambio. Que la llama de  la pasión no muera es clave para no caer en la conformidad y el conservadurismo, que a veces nos condena a la desigualdad, la obsolescencia y la mediocridad. La visión es aún más relevante. A veces el problema es que no hay visión prospectiva ni perspectiva sino simple retrospectiva, anclados en la nostalgia del pasado la visión es mantenerse igual, sin cambios, aunque el mundo indique que si no se cambia se acaba todo. Pero aunque se tengan visión y pasión, sin poder es imposible que los cambios se logren, sobre todo en contextos conservadores.

Muchos consideran que es bueno esperar y que los cambios se darán posteriormente, que no hay que forzar las cosas pues al chocar con los poderosos siempre se pierde.  Por eso la pasión y la visión son claves y es algo que los líderes jamás olvidan. Pero el  liderazgo en sí mismo es insuficiente sin el poder y el poder (ya lo dijo Foucault) está en las pequeñas disciplinas, en las prácticas, en eso que llaman la gestión y que a veces se interpreta como repetir recetas, pero es otra cosa muy diferente...

Al final el libro abandona la metáfora de las suricatas y regresa a la teoría administrativa. Resume muchas de las ideas en un cuadro que procura un equilibrio entre los dos modelos clásicos de organizaciones, el modelo del liderazgo, trabajo en equipo, comunicación, debates y acuerdos y el modelo burocrático y rígido.


Siguiendo el cuadro que propone el libro, pienso que la realidad es otra y no es posible ubicarse en un cuadrante sino en el centro. Y más allá, pienso que es clave la conversación, el diálogo, el debate de argumentos y los hechos, las acciones, la demostración de lo que se hace...

En general este libro me resultó un buen pasatiempo y un buen filtro para muchas de mis ideas y acciones diarias, me generó mucha sinergia, drenó mi entropía pues refuerza muchas de mis posturas y me motiva a mantenerme firme en la insistencia por cambios y la convicción de que esos cambios no riñen con el statu quo sino que ayudan resolver problemas derivados de ese statu quo...

Confío en que muy pronto se logre pasar de !Aquí no hacemos las cosas así¡ a ¡Evaluemos y probemos todas las alternativas, ojalá juntos!...