miércoles, 31 de enero de 2018

La bombilla más vieja del mundo que aún funciona: Obsolescencia Programada

En entradas anteriores de SynEntropya aparece la promesa de procurar mayor synergya para reducir la entropya, es decir, escribir más pues no es posible dejar de leer. Entonces, el primer camino evidente es escribir acerca de todo lo leido, que, necesariamente, debe releerse y profundizarse. Una de esas muchas lecturas que merecen, al menos, un lacónico comentario en twitter o una nota en Facebook es el ensayo de Serge Latouche Hecho para tirar: la irracionalidad de la obsolescencia programada (año 2012). El ensayo expone la historia y los detalles económicos, sociológicos, éticos e incluso tecnológicos de un fenómeno macabro, pero común y aceptado en la sociedad de consumo: comprar, tirar y comprar. 

Comentar el libro implica releerlo siguiendo (parcialmente) una metodología de lectura posmoderna: detenerse en cada nota de pié de página y en cada cita y referencia, pero intentando seguir buenas prácticas y evitar prácticas inapropiadas. Y la primera nota de pie de página y referencia es el documental titulado Comprar, tirar y comprar, de Cosima Dannoritzer (año 2010), disponible en Youtube (mientras no aparezcan reclamaciones de derechos de autor). Serge Latouche cuenta que la experiencia durante la filmación del documental inspiró la escritura del libro. Por eso el documental y el libro tienen muchas ideas en común, en especial la evidencia anecdótica, los hechos. Lógicamente, el orden narrativo y la profundidad del libro y el documental son diferentes. A quien le interese el tema puede ver el documental y luego leer el libro, aunque es muy recomendable al revés y es totalmente recomendado leer el libro varias veces y profundizar en las refencias.

El documental tiene una duración de una hora, catorce minutos y cuarenta y nueve segundos (1:14:49). Luego de una introducción que se centra en la obsolescencia de las impresoras, desde el minuto 00:03:59 hasta 00:16:29 se narra la historia de la obsolescencia programada en las bombillas, símbolo por excelencia de las grandes ideas, de la innovación y la creatividad, en honor al popular inventor (y patentador) Thomas Alba Edison.

Fuente https://farm6.static.flickr.com/5202/5366637592_0a193a8fcf.jpg

El documental cuenta que en la estación de bomberos de Livermore - California se encuentra la bombilla más antigua del mundo que aún funciona. Según las evidencias la bombilla data del año 1901, fue descubierta por casualidad en 1972 y sus misterios fueron develados por un reportero de nombre Mike Dalton. En el año 2011 le celebraron a la bombilla una fiesta de cumpleaños y a la fecha sigue funcionando. Esa bombilla es todo un monumento en contra de los carteles de la obsolescencia programada: reducir la vida útil y la calidad de los productos para estimular la demanda, las ventas y el crecimiento económico.

Pues bien, la famosa bombilla que menciona el documental tiene su propio sitio web, equipada con muchas cámaras de video y mucho almacenamiento pues, debido a la obsolescencia programada, las cámaras se dañan y la bombilla sigue ahí: con ciento diecisiete años y contando. ¿Cuántos muertos más dejará la guerra en Colombia mientras las bombilla aún sigue funcionando? ¿Cuánto dinero robará la corrupción colombiana mientras las bombilla aún sigue funcionando? Por ahora, aquí la foto de hoy de ésta lumbrera, justo a la hora del gran eclipse lunar, de la superluna:

Fuente http://www.centennialbulb.org/cam.htm

El documental y el libro cuentan que en 1881 las bombillas de Thomas Edison duraban mil quinientas (1500) horas y que esa duración fue mejorando, al punto de conseguir una duración de dos mil quinientas (2500) horas en 1924. En ese año se creó el cartel llamado Phoebus, con el oscuro propósito de programar (la obsolescencia) la duración de las bombillas a sólo mil (1000) horas. El cartel operó hasta 1942, cuando el gobierno de Estados Unidos inició una demanda por competencia desleal, fijación indebida de precios y reducción de la duración de las bombillas. La historia terminó en 1953 con sanciones para las empresas involucradas en el litigio, sin embargo, pese a las sanciones y las medidas de los gobiernos para evitar éste tipo corrupción, la duración de las bombillas ya estaba "estandarizada" a mil (1000) horas y nada cambió.

Además del ejemplo de la obsolescencia programada en las bombillas, el documental y el libro explican el caso de los automóviles, la competencia entre Ford y General Motors, la revolución industrial y finalmente la primera aparición escrita del término "obsolescencia programada" en un documento de 1932, de Bernard London. Se tratan casos como las impresoras, para las cuales son más costosos los repuestos e insumos que los nuevos modelos. Las nuevas TIC, las baterías de los teléfonos inteligentes, el caso específico de los iPod de Apple. El caso histórico del nylon y sus derivados y la paradoja de los científicos obligados por la industria (los productores) a reducir la calidad de un producto, en detrimento de la humanidad (los consumidores), cuando lo deseable es lo contrario. Aparece entonces el tema ético y la afirmación de Serge Latouche sobre la obsolescencia de de la misma ética y del hombre. La obsolescencia programada y los temas éticos son, según el documental, parte de los currículos de ingeniería, aunque en Colombia posiblemente no sea así (y no es sólo porque los puentes se caen antes de que empiecen a funcionar).

Otra idea interesante y fundamental del libro y el documental es la sostenibilidad del medio ambiente, la supervivencia del planeta. Un tópico preocupante y en el que se enfocan parte de los esfuerzos es el manejo de los residuos, la basura que origina la obsolescencia programada. Mucha de esa basura ingresa a Latinoamérica como productos de segunda clase. Por supuesto, son productos útiles, pero en corto tiempo serán basura. Y otra parte de la basura se lleva a África, a paises como Ghana, que luchan por resolver un problema heredado de las potencias mundiales y su obsolescencia programada. África, además de ser abusada por el mundo como basurero, también comienza a quedarse sin agua y mañana podría ser Colombia, llena de TIC programada para ser obsoleta en seis (6) meses.

Fuente http://www.ngenespanol.com/el-mundo/hoy/15/03/13/Agbogbloshie-basurero-tecnologico-mas-grande-ghana/

Regresando al tema ético y uniéndolo con la ciencia y la ingeniería, el documental muestra que la naturaleza tiene círculos virtuosos donde todo se reutiliza, donde nada es basura, donde al principio fundamental es compartir (hay fragmentos emotivos sobre el compartir en la película Lucy con Morgan Freeman  y Scarlett Johansson), en lugar del capitalismo salvaje al que sólo le interesa el crecimiento económico pero con monopolio y desigualdad, un crecimiento en riquezas inertes y superfluas, el dinero tiene más valor que la naturaleza y lo humano.

Al final del documental aparece Serge Latouche (el autor del libro) hablando sobre la felicidad y su propuesta de abandonar el modelo de producción y consumo: Como dice Latouche en el libro: es necesario romper el círculo vicioso en el que "la publicidad crea la necesidad de consumir, el crédito [del sistema financiero y de gobierno] ofrece los medios [para consumir, incluso al costo de los monopolios, la desigualdad y la deuda permanente] y la obsolescencia programada renueva la necesidad [permanentemente]". Es una "adicción al crecimiento", "un afán de crecer por crecer", "un escandoloso desconocimiento y desprecio de la naturaleza y lo humano".

Para concluir, la pregunta que todos deben hacerse es ¿qué tan capaz es la humanidad de unirse (synergya) para resolver el caos (entropya) al que ha conducido el modelo de sociedad de consumo? ¿Qué tanta SynEntropya tiene la humanidad?


viernes, 26 de enero de 2018

Leer y Escribir en mi burbuja

Las promesas de leer y escribir casi nunca se cumplen o casi nunca las he cumplido, para no generalizar. Uno simplemente lee o escribe según lo que quiere y lo que puede. A veces uno lee y escribe lo que le toca, pero eso carece de valor, aunque no de precio. Pero es muy difícil que uno lea o escriba bajo la imposición radical de los objetivos, las metas y los indicadores. La lectura y la escritura son actos individuales de comunicación y son consecuencia del contexto, de los anhelos, de las pasiones y los deseos, de las acciones, de otros compromisos diferentes a indicadores impuestos, a veces sin consultar. Uno simplemente lee y escribe porque siente la necesidad y no por eso es necesario. Como dice Darío Botero Uribe en su libro ¿por qué escribo?: "...escribo para enseñar que la reflexión no nos hace mejores ni peores; sólo nos ayuda a entender cómo somos...", "...escribo para multiplicarme en las ideas de muchos y en las verdades de pocos...", "...escribo para comunicarte que excepto por tu mirada, todo lo he aprendido en los libros..."...

Yo he leido y he escrito, aunque no publique. La lectura y la escritura son mi entropía y mi sinergia, mi synentropya. Pero siempre he leido y leeré mucho más de lo que escribo: Para una palabra cinco lecturas. Para una frase diez. Para un párrafo cincuenta. Para un artículo cien. Para un libro, media vida. Como dicen que dijo Borges:

"Que otros se jacten de las páginas que han escrito;
a mí me enorgullecen las que he leído...
...El joven, ante el libro,
se impone una disciplina precisa
y lo hace en pos de un conocimiento preciso;
a mis años, toda empresa es una aventura
que linda con la noche..."

Aquí sigo, leyendo y escribiendo en mi burbuja, aunque no la burbuja de Internet...., o eso creo....