¿Qué nos mueve cuando hacemos el bien? ¿Qué nos motiva cuando ayudamos a alguien? ¿Por qué vamos a misa? ¿Por qué rezamos y oramos? ¿Qué nos falta cuando no sentimos dolor, tristeza o pesar por el sufrimiento de los demás? ¿Qué nos falta cuando hacemos sufrir a otros con conocimiento de causa? La respuesta a todas estas preguntas corresponde a la virtud del día 4 de Misa de Aguinaldos: Piedad.
Piedad es esa virtud que guía nuestra religiosidad. Pero la piedad existe sólo si nuestro obrar es consecuencia del amor a Dios y al prójimo. La piedad nos hace mansos y pacientes, apacigua nuestro espíritu ante las adversidades, nos ayuda a confiar en Dios y a dejar en su voluntad nuestro destino.
La virtud de hoy es altamente religiosa, pero se refleja en nuestra cotidianidad cuando obramos siempre motivados por hacer el bien a los demás. Nuestra asistencia diariamente a la Misa de Aguinaldos es una muestra de lo piadosos que podemos ser. Pero es algo que se aprende y se cultiva desde la familia, con el ejemplo de papá y mamá. Sin piedad abandonamos a Dios y nos entregamos al mundo, perdemos toda motivación y toda guía para vivir y quedamos vulnerables ante cualquier obstáculo que se nos presente.
Ser piadosos se resume a las palabras de Santa Teresa:
Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda.
La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta.
Lo dicen algunos (¿o todos?) billetes de dolar estadounidense: "In God We Trust".
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