El planeta que habitamos se agota y nuestra especie camina hacia la extinción. A lo mejor debemos desaparecer como especie para que el planeta descanse. Después la naturaleza hará lo suyo y volverá la vida que se ha agotado. De pronto la naturaleza en su benevolencia propicia que nuestra especie vuelva a aparecer. De pronto ha sido tanta la maldad humana que al extinguirnos no volvamos jamás.
Pero tenemos la oportunidad de cambiar las cosas. De pensar y actuar diferente a lo que mandan la tradición y el sistema. Si cambiamos el perverso capitalismo, el consumo irracional y la deshumanización, de pronto logramos evadir el abismos hacia el cual estamos caminando.
Escribió William Ospina en una columna reciente que "tenemos un método gratuito para salvar el mundo". Depende de cada uno de nosotros, de pequeñas revoluciones individuales. Que cada uno reconozca y acepte los errores del pasado, la realidad que vivimos y el triste futuro que vendrá, que comprenda la urgencia de cambiar y que comienza a cambiar:
"...La verdadera revolución que requiere la época es una revolución de las costumbres. Y no la harán los Estados ni los partidos sino los individuos. A lo mejor por conciencia, a lo mejor por obligación, a lo mejor porque no nos quedará más remedio. Si no nos gusta el capitalismo, reduzcamos el consumo; si pensamos que el comercio y el consumo también son grandes conquistas de la civilización, comerciemos solo con cosas útiles y bellas, no con basura; consumamos cosas dignas y útiles, no cosas dañinas y absurdas....
...Ese podría ser el método gratuito para salvar la vida en el mundo: que no sean los Estados los que nos digan cómo vivir. Que escojamos libremente lo bello, lo gratuito, lo natural, lo simple, lo saludable, lo necesario. Es más fácil que eso salve al mundo; no los Estados, no las burocracias."
Ojalá no sea tarde cuando se inicien esas revoluciones de individuos. Yo seguiré en mi revolución mientras pueda...
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