Durante mis estudios de Maestría en Ingeniería de Sistemas y Computación en la Universidad Nacional de Colombia tuve la oportunidad de leer el artículo "¿Lo viejo es oro? El valor de la exploración temporal en la creación de nuevo conocimiento" (Nerkar, A. (2003). Old Is Gold? The Value of Temporal Exploration in the Creation of New Knowledge. Management Science, 49(2), 211–229) que revisa modelos para comprender y estudiar la manera como se crea y evoluciona el conocimiento. Entre otras ideas, el artículo plantea que los nuevos conocimientos resultan de la evolución y combinación de conocimientos previos, es decir, los recuerdos, lo viejo, pueden resultar útiles para la ciencia y la innovación. Posiblemente por eso cada vez que reviso mis recuerdos trato de almacenarlos, procesarlos y conservarlos, cual computadora humana ¿o humano computarizado?.
Dentro de los muchos recuerdos está el antiguo pero aún popular álbum de Chocolatinas Jet, el cual, de acuerdo a un estudio de Jorge Eduardo Mejía data del año 1967. El álbum que conocen las actuales generaciones es muy diferente al que yo conocí, pero afortunádamente algunos conservamos esa historia, tanto en nuestra memoria (y alma) de Funes como en el cúmulo de cosas que guardamos, aún después de los trasteos (mudanzas), remodelaciones y jornadas de limpieza hogareñas. Antes de avanzar en esta entrada, que será más corta en texto y algo más prolija en imágenes, miren una fotografía con los cinco álbumes que han circulado en los últimos treinta años.
La primera versión, que nació en 1967, se llamaba "Historia Natural" y tuvo dos ediciones. La primera edición, de la desaparecida Editorial Bruguera, estuvo vigente hasta la novena década del siglo pasado y fue la primera que conocí y de la que llegamos a tener (mi hermano mellizo y yo) varias copias, gracias a nuestro primo Reyes Helizander Flores Vera que un día cualquiera llegó a nuestra casa y nos propuso el negocio de cambiar nuestro álbum casi lleno (dos o tres láminas faltantes) por cuatro álbumes medio llenos. El primer álbum que tuvimos fue en el año 1987, en Chinácota (Norte de Santander - Colombia), cambiado en el carro repartidor de la Compañía Nacional de Chocolates por cincuenta envolturas de chocolatinas. Recuerdo que el carro iba al pueblo en pocas ocasiones, quizá una vez al mes, y la tarde en que lo reclamamos tuvimos que correr persiguiendo el carro por medio pueblo, con el frío y la presión atmosférica de aquellos tiempos, pues "los climas han cambiado". La segunda edición fue de Cisnecolor, pero ambas ediciones tuvieron la misma portada y ambas fueron de 508 cromos o láminas, que no eran autoadhesivas sino que se pegaban con (el pegante) Colbón o con almidón preparado a partir de yuca. La portada de esa primera versión siempre me ha gustado, en particular la familia de simios que aparece en la parte izquierda. El contenido era muy educativo y con excelentes ilustraciones organizadas en cuatro secciones: Geología, Zoología, Botánica y Astronomía, siendo la seción de Zoología la más extensa, con casi todos los géneros animales.
La segunda y tercera versión se llamaron "El mundo de los animales" y "El mundo de los animales Prehistóricos y en peligro de extinción", álbumes más modernos, con láminas autoadhesivas y colores más cercanos al mundo tecnológico actual. Aunque en casa de mi mamá y mi hermana aún se conservan, no tienen muchas láminas, prueba de que se redujo el consumo de chocolates.
La cuarta y actual versión se llama "Planeta Sorprendente" y se puede tener virtual o real. Espero poder llenar completo ese álbum, ahora que aún puedo comer chocolatinas.
Con el auge de las aplicaciones para dispositivos móviles (las apps), se me ocurrió que alguien podría desarrollar una aplicación capaz de leer el código de la lámina que viene con cada chocolatina y automáticamente ir llenando el álbum virtual, además de publicar en las redes sociales que desee, para compartir la emoción del sabor y del saber, como el eslogan de chocolatinas JET. Imagino que un tuit, diciendo que acaba de pegar una lámina, es algo parecido a salir a la puerta de la casa en el pueblo y gritarle al vecino de la otra esquina "me salió la chinchilla", sólo que el amigo ya no está en la otra esquina...
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