Al parecer estoy condenado a la soledad los domingos: salir a correr solo, desayunar solo, ir a misa solo, almorzar solo, inventarme algo para pasar la tarde solo, ver el atardecer y el anochecer solo y regresar a intentar dormir solo, sin un mensaje de nadie, sin una llamada de nadie, totalmente solo. Si yo no escribo, si no llamo, si no busco, parece que no existo para nadie...
¿Será este mi destino? ¿Lo merezco? ¿Por qué?
Si quiera tengo tus recuerdos para suspirar, mi espejismo del futuro...
Este domingo lo salvé leyendo. Después de almuerzo compré un libro que quise leer hace un par de años y me senté a leerlo en el centro comercial.
Y buscando canciones, encontré ésta de Marta Gómez:
Si pienso en algo para decir
Si pienso en alguien por quien vivir
Si casi nada se tiene en pie
Y este segundo ya se nos fue
Si en la mirada dura un fulgor
Atravesando tanto dolor
Yo canto versos de mi sentir
Y los condeno a sobrevivir
Donde parece el Sol no alumbrar
Donde se muere de soledad
En lo más hondo de esta quietud
Donde ocultó la sangre la luz
Donde agoniza un ángel guardián
Y se nos pudre el agua y el pan
Yo canto versos del corazón
Y los enciendo en una canción
Canto, canto
Tan débil soy que cantar es mi mano alzada
Y fuerte canto, canto
No sé más qué hacer en esta tierra incendiada
Sino cantar
En lo invisible de la ciudad
Donde se ocultan odio y verdad
Donde las bocas de un nene gris
Corren sonámbulas tras de mí
La infortunada noche que un Dios
Arrepentido nos olvidó
Yo canto versos de furia y fe
Pa' que me ayuden a estar de pie
Canto, canto
Tan débil soy que cantar es mi mano alzada
Y fuerte canto, canto
Qué más hacer con palabras deshabitadas
Sino cantar
Canto, canto
No sé más qué hacer en esta tierra incendiada
Sino cantar
Canto, canto
Tan débil soy que cantar es mi mano alzada
Y fuerte canto, canto
Subí a la terraza, me ubiqué en el extremo posterior a la calle (para no molestar ni acosar a mi linda vecina de en frente, a quien me encantaría haber visto hoy) y tomé un par de fotos del atardecer, con el sol y la luna y las publiqué en redes con el soneto de Carranza que acepta que todo está bien, excepto el corazón.
𝐒𝐨𝐧𝐞𝐭𝐨 𝐜𝐨𝐧 𝐮𝐧𝐚 𝐬𝐚𝐥𝐯𝐞𝐝𝐚𝐝
(Eduardo Carranza)
Todo está bien: el verde en la pradera,
el aire con su silbo de diamante
y en el aire la rama dibujante
y por la luz arriba la palmera.
Todo está bien: la frente que me espera,
el azul con su cielo caminante,
el rojo húmedo en la boca amante
y el viento de la patria en la bandera.
Bien que sea entre sueños el infante,
que sea febrero azul y que yo cante.
Bien la rosa en su claro palafrén.
Bien está que se viva y que se muera.
El Sol, la Luna, la creación entera,
salvo mi corazón, todo está bien.
Pensando en eso de la soledad, recordé unas palabras de Mujica, quién dijo que es una pena peor que la muerte. Supondré que es la condena que tendré que pagar...
Estoy solo, pero tranquilo, antes estaba acompañado de alguien que ni respondía o respondía con agresividad y locura... ¿Qué es mejor? No lo sé. Pero si sé que anhelo alguien junto a mi, una verdadera pareja para seguir viviendo y morir tranquilo.
¿Qué hacer? Seguir adelante. Hay una decisión que debo tomar y aún no logro descifrarlo. Tengo la oportunidad de liderar construcciones y transformaciones, pero a un riesgo muy alto. Y si no asumo ese reto y oportunidad, también el riesgo es alto. Creo que esta vez será mejor rendirme y abandonar mi idealismo y quedarme quieto...
Ojalá pueda dormir mejor hoy y mañana mantener mi rutina de trotar temprano. Y ojalá ésta semana logre avanzar en ese compromiso que debo cerrar y en los demás planes... Y ojalá mi vida mejore, con el favor de Dios...
Decía el sacerdote en misa que debíamos asumir nuestra vida con la fuerza de Jesucristo después de llegar del desierto, porque justo la tentación que tuvo Jesús fue abandonar su misión y Jesús asumió su reto, su cruz... Mi problema hoy, a riesgo de estar sucumbiendo a la tentación, es que me siento sin fuerzas para seguir, cansado de dar y dar y dar y al final quedarme sólo...
Por ahora, seguir es todo lo que tengo...
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