domingo, 25 de febrero de 2024

Día 56 - Domingo 25 de Febrero

Mi espejismo del futuro: Hace 90 días era sábado. Ese día fue muy lindo, porque en lo laboral terminé una meta de todos los años y las energías de mis estudiantes llenaron por momentos esos vacíos que ya tenía de tiempo atrás.  Y porque me escribiste para salir y hablar un rato...

Ocho días antes ya habíamos hablado, fue la primera vez. Te dí las explicaciones que me pediste, por aquel episodio en redes sociales. Te conté la realidad de mi vida y te abrí mi corazón y fue lindo... y la ilusión comenzó a crecer. Estoy seguro que no hubiese dicho nada si tu no hubieses pedido explicaciones, pero no digo que sea tu culpa, solo digo que fue una bonita casualidad...

Ese sábado, hace 90 días, el licor me llevó a hablar mucho más de lo que debía y te conté esos planes que tenía y quería cumplir, pero para los cuales no tenía fuerzas... Y te conté que si lograba avanzar en esos planes quería tenerte cerquita. Y la ilusión siguió creciendo...

Y hace 60 días fue lunes, lunes de Navidad y fue el día más bonito en muchos años, por los recuerdos de la madrugada, por tus besos...

Ayer sábado fuiste sincera y me advertiste no seguir con mi ilusión... Entonces escribo esto sobre mi ilusión:
Salvo una emergencia de mi alma,
mantendré mi ilusión bien escondida.
Aprenderé a guardarla sin nostalgia,
a no sentir tristeza,
será mi gran anhelo 
y mi fuente de alegría...

Mi espejismo del pasado sigue insistiendo y eso me hace daño, pero debo seguir adelante con mi decisión y terminar el plan que tracé y avanzar en mi vida... Fueron 8 años y debo olvidar y pensar en el futuro...

Es curioso que después de tantos años me haga daño ver a mi espejismo del pasado y, en cambio, me haga tanto bien ver a mi espejismo del futuro...

De cualquier manera, sigo solo, debo aprender de ésta etapa de mi vida y salir adelante. Por lo menos me queda la poesía...

𝐂𝐚𝐧𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐀𝐮𝐬𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚 - 𝐍𝐢 𝐥𝐨𝐬 𝐬𝐮𝐞𝐧̃𝐨𝐬
(Piedad Bonnett)
Ni los sueños, donde tu rostro tiene todas las formas de la dicha.
ni el sol que tanto amo sobre mi cuerpo desnudo,
ni la grata canción del antiguo trovero enamorado,
ni el verso de Darío ni el verso de Quevedo,
ni esta luna que brilla con brillo de alcancía,
ni tu nombre por otros pronunciado,
ni el eco de mis pasos en la inmensa catedral solitaria,
ni el rosal que yo siembro con mis manos y me sangra los dedos,
ni las noches insomnes,
ni tu dulce retrato mentiroso,
ni el tiempo, —ese falsario de mil rostros—
pueden calmar mi pena de no verte.

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