¡Despierta, Señor! ¿Por qué duermes?
¡Levántate! No nos rechaces para siempre.
¿Por qué escondes tu rostro
y te olvidas de nuestro sufrimiento y opresión?
Estamos abatidos hasta el polvo;
nuestro cuerpo se arrastra por el suelo
¡Levántate, ven a ayudarnos!
¡Por tu gran amor, rescátanos!
Salmos 44:23-26
Interpreto éste salmo como una súplica a Dios, pidiendo perdón y buscando ayuda, orientación, un camino a seguir.
Ayer estuve en la tarde visitando un amigo que no veía hace más de 20 años. Bebimos cerveza juntos y a mi se me subió a la cabeza. Por eso hoy no salí a trotar.
Los jueves los profesores tienen un grupo de fútbol y jamás había ido en varios años. Hoy fui, jugué, compartí, pero no bebí.
Hoy hice algo que quería hacer por alguien. Era riesgoso, pero lo hice, para decir algo sin decirlo, para decirlo a través de un detalle extraordinario, que sorprendiera. Posiblemente esto sea lo último que haga y me rendiré, no haré más... Y también decidí no hacer algo y se que era lo mejor.
Tengo todo pendiente, ojalá mañana viernes tenga respuestas para poder avanzar en mis planes.
Quiero mañana salir a trotar, ojalá despierte.
Gracias Dios, pongo en ti mi pasado, para que me perdones, me llenes de sabiduría y aprendizajes y borres todo lo malo y deje solo lo bueno, como la canción Rabo de Nube de Silvio Rodríguez. Pongo en ti este presente acelerado y efímero. Pongo en ti el futuro, mis anhelos e ilusiones, mi felicidad. Llena mi ser de tu Espíritu Santo y que todos los dones y frutos se derramen sobre mi.
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